jueves, 16 de febrero de 2006

Bienvenida a Santiago

21:30 de la noche, y las primeras luces de Santiago me dan la bienvenida.
Atrás queda una estupenda semana de playa, pubs, conciertos, ferias artesanales, el lago, el bosque, etc. Una semana de descanso total, nada de Internet (un gran logro para mí), el menor teléfono posible, solo pasear y descansar, disfrutando del un lugar cálido, acogedor, amable.
Fueron días de reflexión, risas y nostalgias, pero como todo lo bueno termina y dura poco, Santiago me esperaba, el fin del paseo era inminente.
Las luces que se colaban por las ventanas del bus me indicaban el fin del verde paisaje de la carretera, de las playas, y todo lo que por allá recorrí.
A las 22:30 llegamos a Américo Vespucio con la carretera, nos bajamos, esperamos los bolsos y caminamos por la rotonda asta llegar a la vereda de Vespucio, buscamos un taxi que nos lleva a casa y no pasaba ninguno, esperamos entre el ruido del los autos, micros y camiones que por esa hora transitan por esos lados, se siente un aire pesado, caliente, que pegando en nuestros cuerpos quemados por el sol playero, es muy desagradable, pero así nos recibe Santiago.
Después de caminar un rato, se acerca un taxi que nos vio caminar y luego de dejar a un pasajero nos siguió para llevarnos.
-Vamos a Gran Avenida, bueno a Cerro negro –dice mi papá-
-A donde queda eso? . pregunta el taxista
-No se preocupe, yo le voy indicando –respondió mi papá.
-Vienen de la playa?
-Si
-De donde?
-De Pichilemu
Y así prosigue una conversación entre mi papá y el taxista que duro todo el camino, hablaron deldia de los enamorados, de su nieto, de Pichilemu de hace muchos años, del clima, asaltos, etc.
-Acá a la derecha por favor.
-Ok
Nos acercamos a mi casa, llegando a la población La Bandera (mítica y combativa en su tiempo), el taxista nos pregunta por que calle puede salir a Vespucio cuando se devuelva.
-Por esta calle - dice mi mamá-
Un grupo de muchachos parados en una esquina, estoy a solo 3 cuadras de mi casa.El taxista mira el paisaje de la cuarta comuna más pobre de Chile y nos comenta, creo que devuelta no tomare a ningún pasajero.
Recuerdo solo un par de horas anteriores, cuando en Pichilemu caminaba sin preocupaciones de cómo me veía, de si andaba bien vestida, eso daba lo mismo, allá nadie te deja de llevar en taxi o en cabrita (una adaptación mas rústica de las victorias de Viña del Mar) por tu apariencia, pero en Santiago es todo diferente.
En fin, no hay duda que llegue. Hola Santiago.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de haber estado inmersa en las arenas, y dejar que el viento trajera consigo los múltiples ecos recogidos por las caracolas. Después de haber caminado bajo una lluvia de estrellas y respirado el mismo aire de los viejos naufragios, vuelves a la ciudad de las jaurías, de las sombras crepiando bajo los faroles desiertos. Una ciudad es triste cuando nos abandona a nuestra suerte, pero se torna más digerible cuando unas flores mustias adornan los mármoles de nuestras circunstancias.

Nacha dijo...

Sin lugar a dudas llegaste a Santiago, Quizás, hubiese sido mejor que por el gran calor, o por el ruido de los autos, o por un cielo contaminado...te hubieses dado cuanta que llegabas a tu realidad. Pero, te espero otro cable a tierra: la discriminación.
Pucha amiga, con ésta y otras situaciones más te das cuenta que la lucha debe continuar...
Te quiero. Nos vemos pronto

Nicole dijo...

hola susana
este escrito tiene un dejo de tristeza. En realidad, maàs que un dejo. Mientras no se t cole la desesperanza todo bien. Leì el post q m dejast y tb denotas bajòn. la sesancion q describes està tan bien hecha, q m acuerdo de algunas veces q regrese a stgo..

ahora estoy en el kisko, kizas llegue en la semana.
cuidate mucho y espero q nos veamos prontoo
abrazos+
Nicole

Simón dijo...

jaja siempre es raro volver a Santiago. Cacha que cuando volví de la playa, ya..me bajé del bus, y no se porqué, pero caminaba muy rápido, casi corriendo (una idiotez), cuando estaba bajando las escaleras del metro me pregunté : ¿por qué cresta voy tan rápido? no tenía ningún sentido, pero pasaba, estaba sin darme cuenta atrapado en ese ritmo de vida agotador